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lunes, 7 de febrero de 2011

Pájaros en la cabeza


Miraba a la ventana y soñaba con ser un astronauta pisando la luna
y el cielo lo cruzaban galeones, delfines, cometas, falúas.
Y en la pizarra el profesor dictaba los teoremas.
En su cabeza sonaba el canto de un gorrión, pájaros en la cabeza.
Salía siempre tarde castigado por no estar nunca donde debiera
y en casa le esperaban el tedio y la comida servida en la mesa.
De fondo el rumor de un televisor y madre suspirando.
"¿Dónde andas hijo mío? Siempre en las nubes," y nadie escucha el telediario…
El tiempo pasó y todos crecimos
-bueno, no todos, algunos seguían
mirando por la ventana y sobrevolando
la moqueta azul de la oficina.
En el trabajo aún se perdía
en las selva de sus sueños
y un grito le nombraba, le arañaba
y rompía el dulce sortilegio.
Madre aún seguía sirviendo la sopa,
"¿Cuándo sentarás la cabeza?
Un día la abriremos y bandadas de cotorras
escaparán de ella".
Él sonreía sin dejar
de mirar por la ventana,
soñando mundos mejores,
lluvias que caían sobre parejas que se amaban,
claveles en los fusiles,
barcos que sueltan amarras,
luces de faros, besos de mujeres que nunca,
nunca le miraban.
Una mañana de enero nuestro hombre
se subió a lo alto de la Torre España
para ver si al morder el azul gris del cielo
los pájaros callaban.
Mirando absorto la ciudad,
ni el rumor de su pecho escuchaba,
ni a madre, ni al televisor, ni a la oficina,
sólo un lejano batir de alas.
Cuando nos quisimos dar cuenta
nuestro chico había desaparecido.
Nadie en lo alto de la torre lo vio abandonar
la sombra gris del edificio.
Nadie lo vio caer al suelo,
nadie oyó sus carcajadas,
sólo el sonido de cien pájaros -o alguno más-
escapando de sus jaulas.
Nada se supo de este soñador,
del canto de sus aves,
hasta que llegaron cartas, retazos de sus alas
en forma de postales.
Pájaros en la cabeza y volar
a donde las ventanas siempre están abiertas,
donde el humo de tus pasos nos enseña a vivir.
Pájaros en la cabeza y soñar
que aún contaré relámpagos contigo,
aunque el tiempo y la arena escondan el camino hasta ti.

Ismael Serrano


Para entonces

Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.

No escuchar los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz, triste, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona.


Manuel Gutierréz Nájera

¿Dónde?

Me gustaría decir algo lindo sobre mí,... contar historias fantásticas de principes, viajes en el tiempo, amoríos o simplemente viajes que no hayan terminado en un total fracaso; pero lamento no poder hacerlo; simplemente soy yo, una chica sin suerte, que busca algo que la lleve a otro mundo, vida,, direcciónn, o minimamente a un lugar distinto al acostumbrado.... ¿Qué cuál es ese lugar acostumbrado? No lo sé, y es por eso que busco ese lugar distinto a donde ir, porque el acostumbrado siempre me lleva al no sé dondé, donde vive no sé quién y me entrega no sé que, pero termina siendo algo tan terrible, pues regularmente no puedo regresar sola,... me tienen que traer de vuelta un claxón en plena avenida, un pelotazo por la calle, los gritos de mi jefa en el trabajo, o los de mi madre para que vaya a comer o dormir...
Vaya lugar. Si alguien lee esto, le recomiendo que nunca en la vida lo visite,...¡¡¡es horrendo!!! Y lo peor es que no sabras qué es lo que te trajo de vuelta, ni que fue lo que te llevó ahí. Por ejemplo, he de decirles que en este momento ya estoy aquí, en No Sé Donde, y busco lo que me trajo hasta aquí, pero,... no lo encuentro.
Si alguien puede decirme,... ¡dígamelo por favor! Creo que ya es hora de salir de aquí,..........¡¡¡Ouch!!!